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A 76 AÑOS DE LA TRANSMISIÓN RADIAL DE ORSON WELLES QUE ATERRORIZÓ A LOS ESTADOS UNIDOS

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Un 30 de octubre pero de 1938 se realizó una controvertida dramatización radial de la novela La guerra de los mundos de H. G. Wells que provocó pánico en miles de radioescuchas que se creyeron que la invasión marciana relatada en la novela era real.

Orson Wells en la Columbia Broadcasting
System (CBS), en 1938.
Orson Welles(1915-1985) en su ciclo radial "The Mercury Theatre on the Air"transmitió en forma dramatizada una adaptación de la obra de H.G. Wells La guerra de los mundos. El 30 de octubre de ese año millones de personas sintonizaron la CBS a las nueve de la noche, pero quienes no escucharon el mensaje inicial, en el que se aclaraba que lo que venía a continuación era la adaptación radiofónica de la obra de H.G. Wells, vivieron una auténtica pesadilla. Entre la población hubo pánico y algunos hasta se suicidaron porque creyeron que se producía una verdadera invasión extraterrestre.

Hubo miles de radioescuchas aterrados, gente que huía de sus casas y la red telefónica saturada: la controvertida dramatización radial por Orson Welles demostró hace 76 años la capacidad de los medios de generar una ola de pánico.

La obra de ciencia ficción del británico H.G. Wells, escrita en 1898 que narra un ataque de marcianos en Inglaterra, inspiró el guión del programa difundido en Estados Unidos por las ondas de la CBS el 30 de octubre de 1938 en vísperas de Halloween o Noche de Brujas.

La histórica transmisión
Todo comenzó con un reposado número musical interpretado por la orquesta de la estación dirigida por el maestro Ramón Raquello que entre otros temas, interpretó el tango La Cumparsita. De pronto, un falso noticiario alertó de inusuales explosiones en el planeta Marte, tal como en la novela. La emisión empezaba así: "Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. A las 7.40 PM. el profesor Farrell del Observatorio de Mount Jennings de Chicago, Illinois informa que ha observado algunas explosiones de gas incandescente en el planeta Marte que se suceden a intérvalos regulares".

Orson Welles en el estudio de la
CBS en octubre de 1938.
Entonces se oyó la voz de un respetado astrónomo -encarnado por el propio Welles-, quien declaró que no había nada de qué preocuparse. Más tarde, en otra interrupción en el programa, con la intervención del profesor Pearson (Welles), de la Universidad de Princeton, sembró el pánico con el anuncio de "explosiones de gas en el planeta Marte". Después siguió la orquesta con el resto del tema instrumental La Cumparsita, luego Polvo de estrellas y una supuesta entrevista al Profesor Pearson. A los pocos minutos llegó la supuesta muerte de 1.500 personas a causa del choque de un meteorito contra la Tierra, en realidad, el cilindro metálico en el que viajaban los marcianos.

Inmediatamente pasaban a la banda de música supuestamente desde el Hotel Meridian Park Plaza, y periódicamente la interrumpían para informar de la ficticia invasión marciana. Una de las intervenciones del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, Nueva Jersey, era:

Ilustración de la novela de H. G. Wells con la
llegada de los marcianos a nuestro planeta.
“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...

Se sigue interrumpiendo la programación para narrar la caída de más meteoritos que en realidad son las naves de los marcianos que derrotarían a las fuerzas norteamericanas usando una especie de "rayo de calor" y gases venenosos.

Las naves marcianas dotadas de tres patas
y tentáculos avanzan sobre las ciudades.
La introducción del programa explicaba que se trataba de una dramatización de la obra de H. G. Wells; en el minuto 40:30 aproximadamente aparecía el segundo mensaje aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles, quince minutos después de la alarma general del país, que llegó a creer que estaba siendo invadido.

Para crear esta angustiosa atmósfera, Welles contó con la ayuda del guionista Howard Koch, a quien le dijo: "Dramatiza esto (la novela de Wells) en forma de boletín de noticias, como si estuviera ocurriendo ahora mismo". Koch no era un cualquiera. Escribió el guión de Casablanca cuatro años después.

Un oyente armado espera la llegada de los
extraterrestres, en Nueva Jersey, foto del
30 de octubre de 1938.
El programa duró casi 58 minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los gases y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pierson, que describía la muerte de los invasores.

La historia "fue realizada con tal sensación de realismo que innumerables personas creyeron en la efectividad de esas fantásticas noticias". En los boletines del programa se daba cuenta de combates entre las Fuerzas Armadas estadounidenses y los invasores en las calles de Nueva Jersey. Se cuenta que en ese delirio, un hombre entró a un teatro dando gritos de alarma y en menos de tres minutos el público huyó del lugar como pudo. Cientos de personas se lanzaron en auto para escapar de la ciudad. En un edificio, treinta familias se organizaron para la fuga "con la cabeza y cara envueltas en toallas húmedas para librarse de los gases venenosos".

El Mercury Theatre transmitiendo La Guerra
de los Mundos en la noche del 30 de
octubre de 1938.
Pocas veces tuvo el miedo tal efecto expansivo. Una radio de Utah informó que numerosas familias estaban alistándose a evacuar la ciudad; la policía de Filadelfia reportaría luego unas tres mil llamadas de emergencia y la central de una emisora otras cuatro mil; el dueño de un hotel de esa ciudad denunciaría que todos sus huéspedes huyeron aterrados por el ataque. El peor susto, sin embargo, debió ser el que se llevaron los habitantes de Concrete, en el estado de Washington: en el momento en que el supuesto reportero se despedía de la vida, un apagón sobresaltó a toda la ciudad. "Los radioescuchas, olvidando de que se trataba de una dramatización, se alarmaron y comenzaron a llamar por teléfono a sus amigos y darse las voces de una casa a otra, creciendo progresivamente la excitación", indica la nota aparecida al día siguiente. Hasta los que no habían escuchado el programa cayeron en la corriente de pánico. Todos querían huir a las montañas.Otras personas se escondieron en los sótanos, con la esperanza de que el gas venenoso no accediera a ellos. Todos y cada una de estas personas estaban convencidas que realmente se trataba de una verdadera invasión extraterrestre.

Welles, con 23 años, saltó a la fama luego de
sembrar el pánico en los Estados Unidos.
La congestión de las líneas telefónicas y otros percances técnicos alimentaron el caos. Cuando los encargados de la CBS se dieron cuenta de la crisis, lanzaron llamados a la calma, pero la psicosis duró un buen rato más. Hasta en cuatro oportunidades se había advertido a los radioescuchas de que se trataba de una ficción, o eso es lo que dijo la cadena para librarse de responsabilidades. En cualquier caso, pocos escucharon la advertencia de que se trataba de una novela radial y la mayoría se dejó llevar por la reacción en cadena.

Las naves marcianas solo existían en la
imaginación de los radioescuchas.
Los fenómenos de histeria colectiva que se dieron durante la emisión del programa ya entraron en la historia del poder de los medios de comunicación: «Miré desde la ventana y todo parecía normal. Se ve -pensé- que todavía no llegaron a este barrio… », explicaba un oyente, pocas semanas más tarde, frente a un investigador. Miles de personas, desde Nueva Jersey hasta los pequeños pueblitos del Medio Oeste, trataron de huir de los marcianos que mataban a todos los seres vivientes con el gas«amarillo-verdoso». El hiperrealismo de la transmisión, los boletines de guerra perfectamente construidos y el uso de formas coloquiales hicieron posible un fenómeno que todavía hoy sigue siendo utilizado como ejemplo por los teóricos de la manipulación mediática.

Se calcula que más de un millón de personas
creyeron la novela de ciencia ficción de
H. G. Wells que Orson Welles recreó
durante casi 60 minutos.
La envergadura del pánico provocado difiere según los expertos. Según un estudio publicado diez años después por la Universidad de Princeton, aproximadamente seis millones de personas escucharon la adaptación de La Guerra de los Mundos, de ellas, más de un millón de personas fueron afectados de alguna forma.

La reacción gregaria fue en todo caso de amplitud suficiente como para que al día siguiente el diario New York Times titulase en primera plana: “Radioescuchas en pánico tras tomar teatralización de guerra como un hecho”.

Al día siguiente, Orson Welles pidió disculpas
a la audiencia por el pánico que causó.
Al día siguiente de la transmisión, los periódicos informaban de suicidios y ataques al corazón de personas aterrorizadas. Incluso Welles con su adaptación hizo elevar un 40 por ciento las llamadas telefónicas entre familiares en la hora que duró la transmisión, preocupados por su situación. Otros cientos de personas que escucharon que se trataba de una novela se comunicaron a la Columbia para felicitarla por su excitante programa de Halloween, además de que centenares de escuchas se llamaron para comentar el asombroso despliegue de aptitudes de Orson Welles y su equipo.

La primera página del New York Times del
31 de octubre, con el título "Radioescuchas
en pánico tras tomar teatralización de guerra
como un hecho" y a la izquierda Welles,
el causante del pánico.
Algunos maliciosos, sugirieron que se había tratado de una maniobra psicosocial. "El Departamento de Guerra no podría haber inventado nada más barato para hacer un experimento sobre la amplitud de las emociones producidas por informes falsos y aterradores", dijo un profesor de la Universidad de Long Island. Las disculpas de la estación no fueron suficientes: una comisión federal anunció que investigaría lo ocurrido para determinar si era hora de imponer regulaciones.

"Recuerden en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche: (...) si su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto es Halloween".Así despidió el genio de Welles el espacio, que acababa de hacer historia.

El joven Orson Welles
A la edad de diez años, mientras estudiaba su primaria en Madison (Wisconsin), Welles se dedicó a ofrecer presentaciones escolares y dirigió y protagonizó su primera representación teatral, El extraño caso del doctor Jekill y Míster Hyde. 


Casa donde nació Orson Welles el 6 de mayo 
de 1915, en Kenosha, Wisconsin.
Welles, era un desconocido joven de 23 años que provocó el caos en 1938. Esa noche del 30 de octubre había nacido uno de los cineastas más importantes e influyentes del siglo XX. Él y sus compañeros del Teatro Mercury de Nueva York, lamentaron poco después que su fantasía hubiese provocado "algo de aprensión", pero la transmisión convirtió a Welles en una celebridad, lo catapultó a Hollywood lo que llevó a la RKO Pictures a contratarle en 1939 con plena libertad para escribir, producir y dirigir dos películas. 


Estreno de Ciudadano Kane en 1941, Orson
Welles acompañado por la famosa actriz
mexicana Dolores del Río.
Así dio origen a su ópera prima, Citizen Kane o El Ciudadano (1941), citada a menudo como la mejor película de la historia. Estaba basada en la vida de William Randolph Hearst, magnate de la prensa, propietario de dos importantes periódicos. Hearst intentó prohibir la proyección, pero se estrenó en 1941 con gran éxito de crítica, aunque no de taquilla, debido a las trabas que tuvo en la distribución, promovidas por el propio Hearst.

El Daily News informa sobre el
terror que sembró Welles con su
transmisión de la falsa invasión.
Orson Welles, desde noviembre de 1934 estaba casado con la actriz Virginia Nicolson (1916-1996) y con el tiempo, Welles había adquirido cierto prestigio cuando fundó en 1937 el Mercury Theatre donde Welles se convirtió en productor ejecutivo dramatizando algunas obras teatrales, la primera fue la tragedia Julio César, de William Shakespeare, y simultáneamente trabajaba en diversas radios adaptando Hamlet, como si fuera un radioteatro, luego siguió Los Miserables en programas de radio, que marcó el debut del Mercury Theatre en radio. De modo que en julio de 1938 el Columbia Broadcasting System (CBS) le ofreció realizar un programa semanal en la cadena dramatizando obras. De este modo, Howard Koch, adaptaba obras como Dráculao El Conde de Montecristo y Welles las interpretaba. En la emisión de La Guerra de los Mundos Welles interpretaba al profesor Pierson, el científico que explicaba lo ocurrido, mientras que también participaba un actor imitando al periodista Carl Philips.

Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo cual provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey (donde supuestamente se habrían originado los informes). Las comisarías y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes aterrorizados y desesperados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos. Al día siguiente saltaron protestas exigiendo responsabilidades, la cabeza de Orson Welles y una explicación, de modo que el propio Orson Wells pidió perdón por la broma de Halloween, considerada una burla por los oyentes.

Un programa radial reunió semanas
después a Herbert George Wells y a
Orson Welles quienes hablaron sobre la
adaptación de la novela que había
impactado a la audiencia.
La histeria colectiva demostró el poder de los medios masivos de comunicación, y este curioso episodio llegó incluso a oídos de Adolf Hitler:"Es la evidencia de la decadencia y la condición corrupta de la democracia", dijo.

El episodio incomodó incluso al autor de la historia original Herbert George Wells, quien había vendido los derechos a la CBS. "No he dado permiso alguno para que en la obra se introdujesen alteraciones que pudiesen inducir a la creencia de que se trataba de hechos reales", aclaró. Semanas después, un programa radial reunió a novelista y dramaturgo para comentar, ya entre bromas, lo que había pasado. Eso tampoco bastó. Medio siglo después surgiría la hipótesis de que todo había sido parte de una conspiración.

La transmisión de Santiago de Chile
El 13 de noviembre de 1944, es decir, seis años y 14 días después del programa de Orson Welles, la población de Santiago, en Chile, cayó en el mismo engaño, cuando una emisora decidió repetir la transmisión haciendo que la gente tuviera un pánico similar.

La radio Cooperativa
Vitalicia la noche del 13
de noviembre de 1944
sembró el pánico en
Santiago de Chile.
"¡Se acercan los enemigos que descienden desde Marte en gigantescos paracaídas!". Los chilenos que sintonizaban el CB 76 de la radio Cooperativa Vitalicia la noche del domingo 13 de noviembre de 1944 quedaron con el corazón en la mano. Por cada segundo que pasaba las informaciones sumaban preocupación. El lugar elegido para la invasión era Puente Alto, al sur de Santiago: "¡Hay 400 carabineros heridos en Puente Alto!" decía la voz del locutor, que añadía que el ministro de Defensa movilizaba tropas para defender al país. Pocos comprendían qué sucedía.

Decenas de personas salieron a las calles para verificar si lo que decía la transmisión era cierto. Otras escaparon hacia el centro de la capital en busca de refugio, mientras los aterradores informes hablaban de la explosión de polvorines militares, bombardeos y destrucción de diversas ciudades. En medio del caos, muchos comentaban que en realidad Chile estaba siendo atacado por sus vecinos, los argentinos.

Tapa original del libro La Guerra
de los mundos
de H. G. Wells.
Hubo un gobernador de una provincia chilena que telegrafió al Ministerio de Guerra, avisando que había puesto en pie de batalla a sus tropas, con el emplazamiento de cañones para oponerse a los invasores marcianos. Varias personas murieron del susto, como José Villarroel, un electricista de Valparaíso, que murió de un infarto al escuchar la noticia de la supuesta invasión extraterrestre.

Todo comenzó a las 21.30 horas de ese día. Cooperativa Vitalicia, una radio con sede en Santiago, había anticipado hasta en la prensa gráfica que esa noche iba a difundir una adaptación del clásico de Herbert George Wells La guerra de los mundos, el clásico relato de una invasión marciana a la Tierra. Al parecer, pocos se dieron por enterados: las escenas de espanto se repitieron entre quienes creyeron a pie juntillas que la radio estaba informando una conflagración.Incluso la gente levantó barricadas en las calles con el propósito de salvaguardar sus hogares de la supuesta invasión marciana que nunca llegó. 

En 1944 los chilenos levantaron
barricadas en las calles con el
propósito de salvaguardar sus
hogares de la supuesta invasión
marciana que nunca llegó.
Los precarios servicios telefónicos de esos años colapsaron. Era imposible la comunicación entre diversas ciudades y hasta algunas autoridades pedían más información sobre la invasión extraterrestre. En el diario El Mercurio se recibieron cientos de llamados inquiriendo más noticias sobre el hecho y muchos médicos debieron atender a numerosas víctimas del pánico colectivo.

Una norma de 1943 disponía que "se prohíbe terminantemente la trasmisión de programas de carácter sensacionalista que puedan producir alarma en el público". Así, esa misma noche, varios empleados de Radio Cooperativa de Santiago, entre ellos el conocido locutor Renato Deformes, fueron brevemente detenidos por la policía. Mil pesos era la multa máxima por violar la norma. No era poco en esos años, pero tampoco era mucho.

Vuelta la calma y la luz del día, con las ciudades intactas y los regimientos en sus cuarteles, la emisora publicó una larga explicación en la prensa señalando que se trataba de presentar una obra universalmente conocida "como una demostración de la capacidad artística y técnica de la radiotelefonía chilena y que, conocido el carácter sensacional del argumento, se anunció profusamente con un mes de anticipación, así como antes, en la mitad y al finalizar la trasmisión". Aducía la radio que en esos anuncios se advertía sobre el "carácter imaginativo y fantástico de la obra, recomendando a las personas de temperamento impresionable no escuchar la trasmisión".

Al día siguiente en el diario El Mercurio se daba cuenta de lo acontecido: "Las noticias transmitidas de la invasión de monstruos que avanzaban hacia Santiago, destruyendociudades y venciendo a las fuerzas armadas, produjo terror en quienes no estaban en antecedentes de que se trataba de un libreto que se transmitía con fines de propaganda, produciéndose escenas de pánico en muchos hogares, con los efectos nefastos en la salud de muchas personas que tuvieron que recurrir a los servicios de la Asistencia Pública".

La tragedia de Radio Quito
El sábado 12 de febrero de 1949 a las 20 horas, en la ciudad de Quito se llevó a cabo una adaptación similar a la de Welles, en Radio Quito. La emisora era de las más prestigiosas del país. El director Leonardo Páez quiso que el radioteatro fuese lo más real posible, y muy pocos estaban al tanto de la farsa. Un locutor interrumpió la transmisión de un número musical en vivo para informar sobre un supuesto objeto volador sobre las Galápagos, y más tarde, que un platillo volador había descendido en las afueras de la ciudad. Los actores de radioteatro hablaban a través de un vaso para distorsionar su voz, y se oían supuestas órdenes militares de fondo, y supuestos mensajes provenientes de otras radioemisoras avisaban del peligro de una nube de gas venenoso que se acercaba.

El edificio de El Comercio
ardiendo la noche del 12 de
febrero de 1949 por haber
sembrado el terror entre los
habitantes de Quito.
La transmisión contó con más de 100 actores, a los treinta minutos los oyentes salían asustados a las calles, las iglesias comenzaron a llenarse con gente que buscaba protección, muchos concurrieron hasta el edificio donde funcionaba la radio y allí la gente descubrió la verdad.

Vieron a los actores simulando la invasión marciana, al darse cuenta del “engaño” se produjo una verdadera agitación popular; primero tiraron piedras y ladrillos contra el edificio de El Comercio (donde funcionaba la radio y ese periódico, ubicado en el centro de la capital, apenas a una cuadra del edificio de correos). Los aceites de la imprenta del periódico, sumados al papel, hicieron que el incendio tomara fuerza rápidamente. La policía, viendo que se trataba de una burla, no socorrió a los artistas, periodistas y demás personas del edificio, quienes intentaron ponerse a salvo saltando al techo de otro edificio colindante. Muchos que se salvaron del fuego, además tuvieron que escapar para no ser linchados.

Los ánimos y el incendio recién se controlaron a las 3 de la mañana. Ocho personas murieron entre las llamas, incluyendo al pianista de la radio. Hubo unos siete heridos, entre los cuales estaba un locutor que se quemó la mitad del rostro, quedando desfigurado de por vida. Los daños se calcularon en 8 millones de sucres, muy por encima de los 2,5 millones del seguro. El chileno Eduardo Alcázar fue detenido y enjuiciado por participar en la falsa “invasión”. El director Leonardo Páez se dio a la fuga radicándose en Venezuela donde pasó el resto de sus días. Radio Quito estuvo fuera del aire durante dos años, clausurada por el Gobierno, reanudando su transmisión el 30 de abril de 1951.

La Guerra de los Mundos llega al cine y la televisión
La Paramount era propietaria de los derechos de The War of the Worlds y decidió llevar a la pantalla grande la novela de H. G. Wells. En 1953 Byron Haskin y George Pal iniciaron la filmación con la participación de Gene Barry y Ann Robinson en los roles principales. La película fue considerada la primera gran superproducción hollywoodense dentro del género de la ciencia ficción: los efectos especiales utilizados eran el máximo que la tecnología disponible en los estudios podía ofrecer; el apoyo logístico por parte de las fuerzas armadas estadounidenses se confirma en las escenas bélicas, filmadas con un imponente despliegue de medios militares terrestres y aéreos.

La adaptación de Haskin y Pal agrega a la trama literaria diseñada por Wells una tecnología más actualizada y situaciones narrativas específicas de la lógica del cine de Hollywood. A diferencia de la victoriana historia contada por el inglés, en la versión cinematográfica de The War of the Worlds al personaje central (el joven Clayton Forrester) se suma una bella joven (Sylvia Van Buren) que lo acompañará en sus desplazamientos por los campos de batalla. La película retoma no pocos elementos de la producción bélica de la posguerra y no ahorra tecnología terrestre a la hora de frenar el ataque marciano; llegado el momento, los militares no dudan en lanzar una bomba atómica a pocos kilómetros de Los Ángeles.

Gene Barry y Ann Robinson, en una escena de
la versión La Guerra de los Mundos de 1953.
Al principio los técnicos de Hollywood trataron de reproducir los gigantescos trípodes descriptos por H. G. Wells, pero la idea fue posteriormente descartada para desarrollar las astronaves con forma de manta raya, una versión estilizada del clásico platillo volador. Un tentáculo superior lanzaba el fastidioso «rayo calórico». No debemos olvidar que la nave alienígena con forma de plato invertido ya había entrado en el imaginario popular, especialmente a partir de los cada vez más frecuentes avistamientos de discos volantes en los primeros años de la posguerra. La realización del marciano –hecho de goma y papel pintado– y la reconstrucción dentro de los estudios de la ciudad de Los Angeles –necesaria para filmar las escenas finales– son otros dos puntos a favor de los efectos especiales de The War of the Worlds. Uno de los dos directores de The War of the Worlds, George Pal, volverá a la obra de H. G. Wells para filmar una interesante versión de The Time Machine en 1959 con Rod Taylor.

La noche en que América entró
en pánico
fue una estupenda
reconstrucción televisiva de lo
sucedido en la noche del 30 de
octubre de 1938.
En 1975 fue realizada The Night that Panicked America (La noche en que América entró en pánico), una estupenda reconstrucción televisiva de la radiotransmisión de Welles dirigida por Joseph Sargent y guionada, una vez más, por Howard Koch. Entre los actores se encuentran Vic Morrow, Cliff De Young, Paul Shenar (en el papel de Orson Welles) y Joshua Bryant como Howard Koch.

Luego, aterriza en la pantalla chica con la serie televisiva The War of the Worlds (Herbert Wright, 1988-89) donde se parte de una inquietante hipótesis: la invasión descripta por H. G. Wells en 1898, así como el largometraje de Haskin y Pal de 1953, no fueron otra cosa que narraciones de sucesos verdaderamente acaecidos. También la transmisión de Orson Welles fue un intento por parte del gobierno estadounidense de cubrir, a través de la ficcionalización, una invasión real de tropas alienígenas. La cabeza de playa marciana en Grover's Mill no fue destruida por las bacterias terrestres –como explicó a sus aterrorizados oyentes Orson Welles– sino por un puñado de valerosos combatientes de la Grover's Mill Militia. La genialidad de Welles consistió en hacer olvidar la verdadera invasión, obligando a varias generaciones de norteamericanos a focalizar sus discursos en los entretelones de la transmisión radial.

Tres de los protagonistas de la serie
televisiva que duró dos temporadas.
En la serie, toda la población ha sufrido una pérdida de memoria colectiva que la ha llevado a olvidar esos dramáticos sucesos. El gobierno se encargó de cubrir rápidamente las evidencias físicas de los combates; en pocos meses varias ciudades fueron reconstruidas para proteger la salud mental de sus habitantes. Los investigadores han pensado varias teorías: algunos sostienen que los marcianos poseen potentes medios para cancelar la memoria colectiva; otros dicen que fueron los mismos humanos, en un gesto de autoprotección, los que borraron su propia memoria.

Los marcianos de la serie televisiva
War of the Worlds (1988-89).
Esta serie televisiva –también conocida como The War of the Worlds: The Second Invasion– afortunadamente duró sólo dos temporadas. Durante la primera (1988-89), se explica el despertar de algunos marcianos «muertos» conservados por los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá en unos contenedores metálicos. La historia comienza en la base militar de Fort Jerico (Nevada), donde los contenedores han sido almacenados junto a algunos restos radioactivos que, con el correr de los años, aniquilaron las bacterias responsables de la derrota alienígena. Cuando los refuerzos militares llegan a la base el panorama es desolador: seis contenedores están vacíos y más de 300 contenedores han desaparecido junto a otros tantos recipientes que contienen el material radioactivo necesario para revivir a los otros cuerpos marcianos. El grupo dirigido por el Dr. Harrison Blackwood –compuesto por la microbióloga Suzanne McCullough, el experto informático Norton Drake y el coronel Paul Ironhorse– luchará episodio tras episodio para evitar el contraataque marciano.

Imagen de presentación de la serie televisiva
mostrando la mano marciana con tres dedos.
A diferencia de la obra de Wells, los marcianos televisivos –que se caracterizan por invadir los cuerpos humanos a través de un proceso osmótico– presentan un ciclo biológico inspirado en la filmografía de los años '50. La situación de los alienígenas no es de las mejores, ya que la misma radiación que los ha revivido comienza a consumar sus cuerpos replicados: «todos los análisis demuestran que el alto nivel de radiación, necesario para protegernos de las bacterias existentes en este planeta, provoca un recalentamiento de nuestro metabolismo. Una especie necesita tiempo para adaptarse al nuevo ambiente», explica uno de los marcianos resucitados. Mientras tanto decenas de ciudadanos son trasladados a Beeton (California), un pueblito perdido donde los marcianos depositan alienígenas en espera de que lleguen nuevos y frescos cuerpos humanos para reemplazarlos.

Escena de la película de 1953 donde se ven
tres naves marcianas atacando una ciudad.
Los marcianos también operan en el frente tecnológico recuperando electrodomésticos y otros inocentes artefactos terrestres para construir armas y sofisticados instrumentos. En Nueva Jersey algunos alienígenas son identificados mientras buscan –con un aparato construido a partir de una aspiradora– una nave enterrada durante la invasión del 1938; otro grupo trata de recuperar algunos equipos conservados en el hangar 15 de la Kellogue Air Force Base desde la derrota de 1953. Una central eléctrica de San Francisco se transforma en una especie de destilería que convierte los cerebros humanos en un potente medicamento para los marcianos enfermos. En la segunda temporada (1989-90) se produce una nueva invasión a la Tierra y al grupo de Blackwood se agrega el mercenario John Kincaid, el cual se encarga de organizar las operaciones militares en un escenario post-apocalíptico. Pero a estas alturas los guionistas de esta mediocre serie televisiva estaban a años luz del espíritu que animaba a H. G. Wells.

Luego le llegó el turno a Steven Spielberg en 2005 con otra recreación de La Guerra de los Mundos, una superproducción con Tom Cruiseque no estuvo a la altura de las circunstancias y no logró superar la calidad de la versión de 1953.

Otras adaptaciones
Muchos años después de octubre de 1938, en 1998 y con motivo del 60º aniversario de la histórica transmisión de La guerra de los mundos, dos emisoras de radio, una en Portugal y otra en México, emularon a Orson Welles transmitiendo de nuevo una versión contemporánea, con los mismos resultados entre los radioyentes, preocupados por lo que escuchaban.

Poster de la remake de 2005
de Steven Spielberg.
60 años después de la histórica emisión de Welles, enMéxico, la emisora de radio XEART, la señal 152 en el estado central de Morelos, fue la que transmitió una de las versiones, producida y adaptada por el divulgador científico mexicano Andrés Eloy Martínez Rojas, con gran éxito. A los pocos minutos de comenzar el programa, las líneas telefónicas de la radio se llenaron de llamadas de oyentes alarmados por lo que estaban escuchando, pese a ser advertidos que se trataba de una ficción.

El gobierno de México procedió, ante los rumores generados, a una búsqueda exhaustiva de los restos de un supuesto meteorito.

Conclusión
Según los más conspiranoicos, la emisión de Orson Welles de La Guerra de los Mundos fue financiada indirectamente por la Fundación Rockefeller a través de “The Princeton Radio Project” y supervisado por los miembros del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR). La Universidad de Princeton, bajo la supervisión del psicólogo Dr. Paul F. Lazarsfeld, Frank Stanton(después jefe de la CBS Radio y Televisión) y el Dr. Hadley Cantril, contrató a Orson Welles para que adaptase el famoso libro de H.G. Wells La guerra de los mundos para el formato de radio con el fin de estudiar el comportamiento de los ciudadanos en condiciones de emergencia.

La transmisión de Orson Welles fue un
experimento secreto del CFR para estudiar el
comportamiento de los ciudadanos en
condiciones de emergencia.
En mitad de la transmisión de Welles, apareció en la radio Davidson Taylor supervisor de la CBS que quería que Welles interrumpiera la transmisión, y tranquilizara a los oyentes que saturaban las líneas telefónicas. Welles se opuso, diciendo que ya habían advertido que se trataba de una ficción.

No sólo se trataba de crear el pánico ante una ficticia invasión extraterrestre, el programa fue diseñado con la intención de crear verdadero terror.

Debe considerarse la emisión de La Guerra de los Mundos como la inauguración de la penetración de los medios en la conducta humana. Se demostró que los medios masivos de comunicación tenían la capacidad de distorsionar la percepción del público.

Por Alberto Seoane

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