Un grupo de mapuches desconocido que se hace llamar RAM apareció en escena para adjudicarse tres ataques terroristas ocurridos en los últimos dos años en la provincia de Río Negro, Argentina y anuncia el comienzo de su "guerra" contra la Argentina y Chile para conseguir una nación propia.
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Así quedó el refugio Neumeyer en Bariloche, luego del incendio provocado por 5 hombres encapuchados en octubre de 2014. |
"Ni argentinos ni chilenos, somos Nación Mapuche. Todo el Territorio Libre y Recuperado para todo Nuestro Pueblo", reclamó la organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM).
A través del comunicado en noviembre que dio a conocer su existencia, el grupo se adjudicó tres ataques que sorprendieron a la opinión pública rionegrina: el incendio del refugio Neumeyer del mes de octubre de 2014, construido en 1971 y ubicado a 17 kilómetros al este de San Carlos de Bariloche, el ataque contra la Iglesia Catedral en 2013 y la agresión con petardos y pintadas contra la fachada del Consulado de Chile en Bariloche en septiembre del año pasado. Además, se hicieron responsables por la quema de la plantación de pinos en diciembre de 2013 que el empresario italiano Luciano Benetton tiene en el noroeste de Chubut, Argentina.
"Nos adjudicamos de manera digna y responsable, la última operación publica ejecutada por Weichafe de la R.A.M. en el valle del Challwako, la cual obedece a una visión estratégica del conflicto, es un mensaje para todo Nuestro Pueblo Mapuche, Comunidades, organizaciones, los enemigos winka capitalistas, sus empresas y estado opresor, ya que el refugio Neumeyer representa intereses de la burguesía y el fascismo local a través del Club Andino Barilochecoludido con Parques Nacionales, a la vez que el lugar colinda con la zona de inversión Petrolera de la Cuenca del Ñiriwau", aseguraron.
El RAM explicó en el comunicado la cosmología mapuche que orienta sus ataques: "La figura del Weichafe siempre ha existido, significa el que hace la Guerra y es quien cuenta con la capacidad de combatir de manera real y consecuente, luego de operar los weichafe se repliegan nuevamente en sus comunidades, a lo que el estado responde con represiones desmedidas, erradas y desesperadas, como ocurrió luego de la última acción sobre una Comunidad que aunque perteneciendo al Movimiento no se relaciona con los hechos, repetimos que la solución debe ser política, no judicial ni represiva, en principio se basa en la devolución del Territorio Usurpado y el retiro de sus intereses de Nuestro WallMapu".
La agrupación anticipó que están dispuestos a "resistir a sangre y fuego a las petroleras y mineras en el sur". "Será nuestro objetivo consolidar una fuerza para echar mediante acciones concretas las ya instaladas", advirtieron.
Aunque las principales organizaciones indígenas de la zona dijeron desconocer quiénes integran el grupo, el mensaje fue claro: "Las organizaciones saben bien quiénes somos, algunos de los actuales disidentes y vendidos, caminaron alguna vez junto a nosotros".
"Reafirmamos nuestro proceder operativo en el mismo marco de Lucha Territorial y de Liberación Nacional, nuestro accionar concreto es la muestra más real de apoyo mutuo", concluyeron.
Respecto al atentado más reciente, el incendio del refugio Neumeyer del mes pasado, Según relató una trabajadora del lugar, cinco hombres encapuchados y armados sorprendieron aproximadamente a las 6, al encargado del refugio, que dormía en la cabaña con su pareja.
"Entraron a punta de pistola, encapuchados, y cuando los hicieron salir les quitaron los celulares; ya habían prendido fuego la leñera", relató aquella empleada, que tuvo diálogo directo con los afectados.
Otras fuentes coincidieron en el relato y señalaron que el encargado y su novia fueron atados a un árbol en la zona boscosa que rodea el refugio, y que cuando se pudieron desatar corrieron por el camino de ripio hasta la ruta 40 Sur, ubicada a unos 15 kilómetros, para pedir ayuda y llamar al servicio de Incendios, Comunicaciones y Emergencias (ICE) del Parque Nacional Nahuel Huapi.
Los mapuches no son un pueblo originario de la Argentina
La mayoría de la gente desconoce que de todos los pueblos aborígenes de la Argentina, los únicos que no pueden argumentar que estaban antes de la llegada de los europeos son los mapuches.
Los mapuches no se llamaban así en la antigüedad sino que se denominaban araucos o araucanos, habitaron siempre detrás de la cordillera de los Andes, en lo que hoy se conoce como Chile. Del lado opuesto, hoy territorio argentino, cuando se creó el Virreinato del Río de la Plata en 1776, no había mapuches. Cuando se declaró la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata en 1816, no había mapuches.
La historia y la antropología coinciden en que el territorio argentino, de San Luis hacia el sur, estaba ocupado por los tehuelches septentrionales (pampas, aoniken) los tehuelches meridionales (pampas, guenaken) y los tehuelches que habían pasado a la isla de Tierra del Fuego, conocidos como onas y yaganes. No había araucanos.
Recién aparecieron los primeros exploradores de esta etnia araucana en el territorio de las Provincias Unidas en 1821. Procedían de Chile y viendo que era una tierra rica y próspera con tribus pacíficas avisaron a sus clanes en Chile y cruzaronalrededor de 1821, era un malón de moluches al mando del cacique Chocory, apoyados por tropas regulares de Chile, provistas además de artillería, que derrotó a 1.800 guerreros tehuelches, tomando el control del vado de Choele-Choel fundamental para el control de los arreos de ganado robado con destino a Chile. Luego de este combate, el pueblo araucano fue avanzando sobre el territorio argentino. En 1830 miles de araucanos mataron a 40.000 tehuelches o sea indígenas argentinos.
Los indígenas araucanos eran tradicionalmente muy belicosos. Recordemos que en los primeros tiempos de la conquista española asolaron varias importantes ciudades en Chile que los chilenos tardaron siglos en reconstruir.
Históricamente los araucanos se encontraban asentados entre los ríos Itata y Toltén, en Chile, y emparentados lingüísticamente con los grupos indígenas vecinos denominados picunches y huilliches.
Los araucanos presentaron una gran resistencia a la dominación española durante todo el siglo XVI. La Guerra de Arauco se prolongó durante toda la primera mitad del siglo XVII hasta la última gran rebelión mapuche de 1655, fecha desde la cual las relaciones fronterizas se distendieron y se produjeron importantes transformaciones sociales en el pueblo mapuche, fruto de su expansión hacia las pampas argentinas y la intensificación del comercio entre éstos y los criollos.
Los vorogas del Cautín que lucharon a favor del rey Fernando VII, o sea, lucharon a favor de España contra los ejércitos argentino-chilenos que querían la Independencia del país trasandino, fueron finalmente vencidos, huyeron a la Argentina en 1826 junto con los renegados hermanos Pincheira (eran seis, todos nacidos en Chile) y sus guerrilleros realistas. Se calcula que el número de vorogas que cruzaron la cordillera fue de 40.000, contando lanzas y chusma. Tras malonear primeramente en el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y oeste de Buenos Aires, luego ocuparon con el apoyo de los Pincheira y sus soldados las tierras de los pampas, a los que vencieron y persiguieron.
Los forajidos chilenos llegaron a crear todo un sistema económico donde la principal fuente de ingresos era el ganado vacuno robado de las haciendas de las estancias rioplatenses, donde alentaban a vorogas y ranqueles a hacer malones. Luego los engordaban en los prados donde ubicaban sus campamentos y finalmente eran vendidos en las comarcas de Valdivia y Llanquihue donde llegaban siguiendo el «camino de los chilenos», recibiendo por contrabando armas y alcohol que distribuían entre los indios. El apogeo de los Pincheira y sus campañas contra el sur de las provincias de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires fue de 1826 a 1830.
En 1832 Juan Manuel de Rosas organizó una “Campaña del desierto” que tardó un año en organizarla. El 22 de marzo de 1833, Rosas partió con 2.000 hombres, ocupó el “camino de los chilenos” (por donde se llevaban las vacas a Chile), dejándose un fuerte en Médano Redondo y guarniciones en Choele-Choel y otros puntos del río Negro que subsistieron hasta 1852.
A su vez, los vorogas fueron masacrados el 8 de setiembre de 1834 por los huilliches de Calfucurá (1790-1873) en Masallé, cerca de la laguna de Epecuén, con la aprobación de Juan Manuel de Rosas.
Los araucanos, hoy denominados “mapuches”, llegaron como exploradores a este lado de los Andes, según cuentan las crónicas como un primer grupo de invasores constituido aproximadamente unos 100 indígenas de la etnia huilliche capitaneados porYanquetruz en 1818. Se afincaron en Neuquén y desde allí se fueron extendiendo hacia el sur y el norte.
En 1820 el masón chileno José Miguel Carrera (1725-1821) con 500 soldados junto con Yanquetruz al mando de 2.000 araucanos atacó el pueblo de Salto destruyéndolo completamente, matando a los hombres y cautivando las mujeres, también atacó Rojas, Lobos y Chascomús. Carreras fue capturado, enjuiciado y condenado a muerte en 1821 por sus numerosos crímenes en la ciudad de Mendoza.
Allá por 1830, atravesó los Andes el grupo más numeroso con la llegada del cacique Calfucurá, cuando la Nación Argentina era ya independiente y soberana. Por lo tanto, fueron invasores.
Calfucurá convocó a una gran reunión a todos los caciques y capitanejos de la Patagonia argentina. Los invita a comer, los embriaga y los asesina a todos el 9 de setiembre de 1834. Solamente se salvaron los pocos que no asistieron a la reunión. Calfucurá tomó de un solo golpe el poder de una numerosa tribu, muertos sus jefes quedó al mando de numerosos contingentes de araucanos, vorogas, huilliches y tehuelches hasta formar una heterogénea confederación de quince mil personas, dos mil seiscientas de ellas guerreros. El verdadero genocidio lo cometieron los araucanos cuando aniquilaron a los Guenaken, también llamados Tehuelches, a los puelches, huarpes, pampas y demás pueblos de la llanura que eran los auténticos aborígenes de la Patagonia.
A partir de principios de 1855 toda la línea de la frontera sufrió el embate permanente de nuevos malones indios, en especial los del cacique araucano Calfucurá, nacido en Chile. Éste, al mando de 5000 guerreros avanzó sobre Azul, y el 13 de febrero de 1855 mató 300 personas, se llevó 150 cautivas y robó 60 000 cabezas de ganado. Seguidamente venció a las sucesivas milicias provinciales del general Bartolomé Mitre, del comandante Nicolás Otamendi y del general Manuel Hornos, que inútilmente trataron de impedir su avance. Estas victorias envalentonaron a los aborígenes trasandinos quienes arremetieron sobre Cabo Corrientes, Azul, Cruz de Guerra, Junín, Melincué, Olavarría, Alvear, Bragado y Bahía Blanca.
El 21 de septiembre de 1855 los malones arreciaron nuevamente en Tandil, invadiendo todo el pago, por lo que los miembros de la corporación municipal Juan Fugl y Narciso Domínguezse dirigieron hacia la estancia El Carmen, del anciano general Eustoquio Díaz Vélez, ubicada a cincuenta kilómetros dentro de la línea de fronteras, solicitándole al viejo general, en su carácter de jefe de milicias, que brindara protección al indefenso pueblo. En el ínterin, los escasos pobladores huyeron hacia Dolores. Por entonces, era usual que, debido a las grandes distancias a cubrir y a la falta de comunicación adecuada, la guardia nacional llegara tardíamente al lugar de los hechos, cuando los indios ya habían producido el saqueo, llevándose todo aquello que les fuera útil.
Bravo como había sido a lo largo de su vida, Díaz Vélez, no sólo que no abandonó su estancia, sino que se pertrechó en ella dando refugio y amparo a los gauchos y paisanos de la región y se preparó, con los escasos armamentos que poseía, para defenderse. Los aborígenes, conocedores de su valentía, no atacaron la fortificación. Díaz Vélez no alcanzó a ver materializados los esfuerzos que iniciara por recomponer la debilitada frontera ya que recién, el 15 de marzo de 1857, con la firma de un acuerdo de paz llevado a cabo por el veterano general Manuel Escalada (su hermana Remedios se casó con José de San Martín. Manuel Escalada luchó en el combate de San Lorenzo como granadero, al igual que su hermano Mariano. Pelearon también en Chile contra los realistas).
Manuel Escalada, como jefe del ejército de la frontera del Sur, y el cacique mayor Cipriano Catriel, firmó un tratado. Como el cacique Cachul, amigo de éste, no reconociera el tratado, hizo una campaña hasta las tolderías, para obligarlo a aceptar la paz. Con el tratado, el pago de Tandil recuperó una temporaria paz.
En la carta dirigida en diciembre de 1875 al cacique general Manuel Namuncurá, por el teniente coronel Daniel Cerri, a propósito de los preparativos gubernamentales para avanzar la línea de la frontera, le dice: "Ustedes no tienen derecho alguno a esos campos. Su padre Calfucurá no ha nacido en tierras argentinas sino en Chile, habiendo nacido en la orilla del arroyo Laima. Calfucurá y su gente se llaman Laima-che y tienen sus relaciones y parientes en Chile".
Otro elemento corroborante con lo expuesto está ofrecido por el siguiente diálogo mantenido en 1878, cuando el doctor Estanislao S. Zeballos entrevistó al cacique Pincén, descendiente de los tehuelches cuando éste se hallaba prisionero en Buenos Aires: “-¿Por qué te separaste de Calfucurá?”, lo interrogó aquél, obteniendo la siguiente respuesta del jefe capturado: “-Porque yo soy indio argentino y Calfucurá es vorogano de Chile, usurpador de nuestra tierra”.
La campaña de Julio Argentino Roca
En 1879 el general Roca fue a la Patagonia como Comandante en Jefe del Ejército Nacional a cumplir la misión que Nicolás Avellaneda, presidente de la Nación Argentina, elegido por el pueblo, le había asignado. Y esa campaña estuvo destinada a integrar, a incorporar de hecho a la geografía argentina, prácticamente la mitad de los territorios históricamente nuestros, y que estaban bajo el poder tiránico del malón araucano, cuyos frutos más notables eran el robo de ganado que posteriormente era arreado y vendido en Chile, rapto de mujeres y la provocación de incendios.
El diputado chileno Guillermo Puelma (1851-1895) dijo en un debate del Congreso de su país sobre la cuestión de la Araucanía: "Es sabido que el comercio que más realizan los araucanos es el de animales robados en la República Argentina... Y nosotros, que sabiendo que son robados los compramos sin escrúpulo ninguno, después decimos que los indios son ladrones. ¿Qué seremos nosotros, pues?".
En 1879 las tropas del cacique Namuncurá eran poderosas, lo prueba el hecho de que ganaron las primeras batallas contra el Ejército Nacional. Según datos de la época, la totalidad de los aborígenes hasta el río Negro por el sur, y los Andes por el oeste, se calculaba en 20.000 almas.
Ambos bandos contaba con fusiles Remington. Los araucanos los traían de Chile, a donde se los vendían los ingleses a cambio del ganado argentino robado en los malones. Prueba de ello es que la columna del Ejército Nacional comandada por el Gral. Villegas tenía como objetivo clausurar y controlar los pasos andinos por donde les llegaban a los araucanos los Remington. En síntesis, nuestro país defendía la soberanía sobre una Patagonia que los caciques araucanos deseaban y ellos en su casi totalidad, eran chilenos.
De dónde viene la palabra “mapuche”
Los habitantes del antiguo arauco nunca usaron la palabra “mapuche”. Tengamos presente que jamás figuró un solo cacique, un cona o capitanejo, una princesa, un gran cazador o guerrero, ni un individuo determinado que fuera conocido como "mapuche", pues a todos esos ándidos, sean araucanos, boroganos, huiliches, etcétera, se los identificó por sus etnias reales y nunca jamás como "mapuches".
El uso actual del término "Mapuche" y las falsas reivindicaciones de estos son maniobras disolventes y disgregantes, ya que ni Juan Manuel de Rosas que emprendió campañas contra ellos ni Roca los mencionan en la Campaña al Desierto, tampoco los historiadores, ni la famosa expedición a los Indios Ranqueles. Tampoco los menciona la historia oficial en las Provincias ni Museos de Historia del Neuquén Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Mendoza, ni San Juan.
Desde comienzos del siglo XVI los pueblos originarios de la Patagonia anteriores a esa fecha fueron las etnias tehuelches, onas y yaganes por citar algunos. No había araucanos en lo que hoy es la Patagonia argentina.
Ningún jefe indígena figuró o combatió como representando a esa arbitraria e interesada designación de "mapuche" que fue totalmente desconocida hasta principio del siglo XX, años 1902-1903 aproximadamente, cuando este término fue creado por estudiosos chilenos y agentes ingleses interesados, quienes propiciando la palabra mapuche para aplicarla a los indígenas, tanto de Chile como de Argentina, hacían desaparecer viejas etnias como los araucanos, pampas, huiliches, pehuenches o tehuelches, aglutinando bajo el nombre de "mapuches" a todas las parcialidades a ambos lados de la cordillera.
La “creación mapuche" igualaba a todos y era, y es, una expresión que muchos desprevenidos no llegan a entenderla.Fue un “invento geoestratégico” y hoy es un problema potenciado por intereses foráneos.
Los mapuches, que significa mapu “tierra” y che “gente” o sea “hombres de la tierra”, que acusan al General Roca de genocida, fueron los responsables del exterminio de los tehuelches. Y hoy, reclaman tierras que no les pertenecen.
La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas 2004-2005 reveló que hay 600.329 personas que se reconocen pertenecientes a pueblos originarios. La condición de indígena se logra por "autoadscripción". Los mapuches son el pueblo más numeroso, con unas 113.000 personas que se declaran de ese origen. Y son, además, los más conflictivos y agresivos en cuanto a su nivel organizacional y sus reclamos.
Actualmente los “mapuches” como argentinos tienen todos los derechos al igual que los demás argentinos, pero permanentemente intentan falsear la historia y pretenden les devuelvan tierras que nunca les pertenecieron. Ellos dicen que no se rigen por las leyes argentinas, porque son mapuches, por ende, no reconocen al Estado Argentino. Reclaman tierras que les fueron propias en Chile, y otras que les fueron ajenas en Argentina.
Ahora dicen los mapuches que son pueblos originarios argentinos, de ninguna manera lo son. En todo caso se los puede considerar como inmigrantes en la misma categoría que los españoles, italianos, árabes, franceses, griegos, etcétera que vinieron a poblar la República Argentina.
Los “mapuches” tienen su casa central, no en Chile o la Argentina, sino en la ciudad de Bristol, Inglaterra. Concretamente en el Nº 6 de la calle Lodge Street, Bristol. También tienen su sitio de Internet (hecho en Gran Bretaña), www.mapuche.nation.org que se edita en inglés, francés, alemán y español. Su asociación fue creada el 11/5/1996, por “europeos preocupados”. ¿No tendrán preocupaciones más acuciantes en sus propios países?
Salvo un nombre de origen araucano, Reynaldo Mariqueo, el resto de los 17 directores de la ONG mapuche tienen nombres en inglés. Consiguen buena prensa para sus reclamos, juntan dinero para la causa y hasta el Banco Mundial le concedió un préstamo de 6 millones de dólares a la Confederación Mapuche liderada en Argentina por Jorge Nahuel. Préstamo para mejorar las condiciones de vida del pueblo mapuche del que todavía no se han rendido cuentas y del que Jorge Nahuel tuvo que responder ante la Justicia Federal en una causa en la que se lo acusaba de "delitos de acción pública" pero fue sobreseído por el juez federal Sergio Gabriel Torres.
Conflictos permanentes
En las provincias de la Patagonia Argentina hay decenas de estancias que han sido tomadas por los “mapuches” que reclaman como suyas. En ellas flamea la bandera mapuche (franja celeste, verde y roja, con una franja más estrecha negra con cruces pampa en la parte superior e inferior y un gran sol amarillo con 4 divisiones).
En Neuquén han usurpado dos escuelas, la Mamá Margarita, cerca de Junín de los Andes, un establecimiento de monjas que fueron echadas del lugar donde desde hace 40 años enseñaron a niñas de cualquier raza, con la excusa que la religión católica interfiere con las creencias mapuches.
La otra escuela tomada, que no es confesional, por lo tanto el pretexto religioso no existe, es la escuela provincial Nº 161, en la base del Cerro Chapelco, en San Martín de los Andes.
Villa Pehuenia es una de las poblaciones más jóvenes de la provincia de Neuquén. Esta localidad, al abrigo de las costas del lago Aluminé, nació gracias a un convenio entre la provincia y los mapuches. El Estado les canjeó las tierras costeras sobre el Aluminé a cambio de 12.000 hectáreas en otra zona de la provincia. Los mapuches mantuvieron como propia la zona del volcán Batea Mahuida, donde levantaron un pequeño centro de esquí, y en los terrenos linderos con "la angostura", el riacho que une los lagos Moquehue y Aluminé, donde explotan cinco campings. Hoy dicen que el convenio que permitió el nacimiento de la villa no sirve y argumentan que todo les pertenece. Ocupan, de hecho, un complejo de cabañas, a escasos metros de "la angostura". Incluso mantienen cerrada una calle de la villa detrás del llamado Parque Industrial, donde reclaman como propias tierras costeras.
También han ocupado un hotel 5 estrellas en Pulmarí, el resort Piedra Pintada, propiedad de un suizo italiano llamado Doménico Panciotto, que lo construyó después de obtener permiso de la comunidad de Pulmarí y de los mapuches.
Mientras el estado nacional mira hacia otro lado, obedeciendo quién sabe qué órdenes emanadas desde el exterior, los supuestos mapuches avanzan usurpando tierras, escuelas, hoteles y provocando atentados terroristas.Avanzan sobre la patria, nuestra patria, la que los indígenas no consideran suya; aunque viven acá y tienen los derechos y obligaciones de cualquier ciudadano argentino. En la Argentinareclaman tierras que no les pertenecen y rechazan el país en el que viven, estudian y trabajan. Rechazan el país al que eligieron emigrar y que los acogió.
El accionar de los mapuches debe ser tomado muy en serio; está en juego la integridad territorial de la patria. Están en juegos las reservas de agua potable de los lagos, ríos y glaciares patagónicos, están en juego los bosques, la fauna y las reservas minerales de todos los argentinos, que los codicia un grupo étnico que reclama lo que no le corresponde, llegando incluso a obrar por medios violentos para apoderarse de ellos.
La cuestión es simple: Instalar por medio de la violencia un estado indígena en la Patagonia para que luego sea tomado por intereses foráneos que explotarán sus incalculables riquezas.