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EXTRAÑOS CASOS DE DIFERENCIAS ESPACIO TEMPORALES ENTRE MUNDOS PARALELOS

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Existen decenas de casos en el mundo de personas que, entran en una realidad donde el tiempo no transcurre como en nuestra dimensión y cuando regresan han pasado meses, décadas e incluso cientos de años. Por ejemplo, un caso en China, medio día en una cueva fueron 12 años en el exterior. Monjes en Europa que se internaron en un bosque y al regresar a su lugar habían pasado 300 años.

Los mundos paralelos son reales
y superan todo lo imaginable.
Junto a nosotros existen varios reinos sobrenaturales muy diferentes, en algunos casos, un mundo paralelo es similar al nuestro pero con eventos históricos diferentes, aunque en otros son lugares sombríos que en nada se parecen a nuestro mundo. La temática de los universos paralelos y de otras dimensiones es muy frecuente en la ciencia ficción, pero la realidad supera todo lo imaginable.

La idea de la posible interacción entre estos universos a través del intercambio espontáneo de partículas permite especular que puedan existir “portales” en ciertas áreas que permiten a ciertas entidades viajar a nuestra dimensión y a los humanos de aquí viajar a esa otra realidad. Estas entidades pueden ser espíritus, elfos, hadas, extraterrestres, o algo que desconocemos en la actualidad. Los portales se pueden encontrar en lugares concretos de todo el mundo.

En España existen dos leyendas de personajes que incursionaron en ese mundo paralelo donde el tiempo transcurre más lentamente, ellos son San Virila en el 900 aproximadamente y San Ero en el 1176. Ambos monjes quedaron extasiados escuchando un ave canora y cuando regresaron a su lugar habían pasado 300 años.

Lo que le sucedió a San Virila
En España existe el monasterio de Leyre, en Navarra. En él está ubicado el panteón en el que yacen los primeros monarcas del reino de Pamplona. Allí reposan también los restos de San Virila, un monje nacido en Tiermas (Zaragoza) cerca del monasterio de San Salvador de Leyre, del que llegó a ser abad. Su figura histórica está documentada en el libro gótico de San Juan de la Peña.

El monasterio de Leyre a 50 km de Pamplona.
Virila era un abad benedictino muy preocupado por entender el misterio de la eternidad, por comprender cómo era posible vivir eternamente sin llegar a aburrirse y dejar de ser feliz. Un día, este monje fue al bosque y se ensimismó con el bello canto de un ruiseñor.

Luego bebió agua de una fuente y se quedó dormido. Al despertar, encontró el camino de vuelta al monasterio tras una larga búsqueda, pero quedó contrariado al ver que el tamaño de la iglesia y otras dependencias era mayor de lo que él recordaba. Cuando entró en el monasterio, nadie supo reconocerlo ni él pudo identificar a ninguno de los monjes que ahora ocupaban Leyre, sin embargo, los monjes integraron a Virila en la vida monástica hasta que, un día, revisando antiguos libros en el archivo del cenobio, los monjes descubrieron que se trataba del abad Virila, integrante de ese monasterio, que había desaparecido en el bosque trescientos años antes.

San Virila se quedó dormido escuchando un
ruiseñor y cuando regresó habían pasado
300 años.
Hecha la revelación, cuando todos estaban reunidos en la sala capitular, se abrió la bóveda de la misma y una voz se dirigió a Virila diciéndole: "si tan pronto te pasaron los trescientos años escuchando el canto de un ruiseñor, imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo".

Entonces, un ruiseñor entró a la abadía con un anillo en el pico. El ruiseñor colocó el anillo en el dedo de San Virila y éste volvió a ser abad hasta su fallecimiento en el año 950, a los 80 años de edad.

Lo que le sucedió a San Ero
Ero de Armenteira fue un noble gallego del siglo XII cuya historia aparece relatada en una de las Cantigas de Santa María, recopiladas por el rey Alfonso X el Sabio. Tuvo cierta noche un sueño en el que la Virgen les decía tanto a él como a su mujer que fundasen un monasterio, para que así tuviesen descendencia espiritual, mucho más importante que la terrenal (el hecho es que ellos no tenían hijos). Así que Ero decidió transformar uno de sus palacios en monasterio y se convirtió en su abad.

Monasterio de Armenteira, en Galicia,
fundado por San Ero.
Así, fundó el Monasterio de Santa María de Armenteira, en Meis, Pontevedra, Galicia, al cual acudieron cuatro monjes cistercienses en 1149, enviados por San Bernardo, abad de Claraval, en Francia que lo designó su primer abad y lo fue por 26 años hasta su desaparición. Durante su estancia en el monasterio el abad se preguntaba a menudo sobre la edad del hombre y cómo sería el Paraíso. Así pues, un día, paseando por los bosques cercanos al monasterio, Ero quedó cautivado por el cantar de un ruiseñor y se sentó bajo un árbol para contemplarlo. Entró en un profundo trance en el que pasó trescientos años sin darse cuenta y al regresar al monasterio preguntó por los monjes y nadie pudo contestarle; preguntó por el abad Ero y le respondieron que desapareció hace 300 años. Ero entendió lo ocurrido y falleció en ese instante a los pies de los nuevos monjes del monasterio, alcanzando a decirles que él era Ero, el monje que había desaparecido hace 300 años.

En la Cantiga 103, como señala el propio rey Alfonso X en sus Cantigas de Santa María, se cuenta que Ero solía salir algunos días del monasterio y caminar por el bosque. Uno de esos días se encontraba en una huerta, junto a una fuente, con el agua más cristalina que nunca y se sentó bajo la sombra de un roble. Ero empezó a reflexionar y rezó a la Virgen: para poder ver el Paraíso antes de morir. Un pajarillo empezó a cantar, y el monje perdió la noción del tiempo. Pasaron 300 años, y el abad volvió al monasterio. Cuando llega al monasterio éste no se parece en nada al que él conoció. Hay más monjes, los edificios son más grandes y modernos. El prior le preguntó quién era, y, al responder que era el abad Ero, los monjes se arremolinan alrededor del recién llegado, y hablan a la vez, se santiguan, alzan las manos al cielo y uno de los monjes corrió a la biblioteca en busca de un voluminoso y viejo libro, y en voz alta lee: “Santo Ero de Armenteira, noble y piadoso varón, fundador y abad de este monasterio, quien nunca más fue visto después de salir a meditar al monte Castrove”. Y desde aquella desaparición habían transcurrido trescientos años. Ero, al darse cuenta del paso del tiempo, cayó fulminado a los pies de los monjes.

Estatuilla de San Ero de
Armenteira.
Según la historia, era primavera y tan bien trinaba el ave que Ero se pasó allí trescientos años como si hubiera sido un rato.¿Qué pájaro sería aquel? Alfonso X, en las Cantigas, solo lo describe como “passarina” (paxariña se le llama hoy, en algunos sitios de Galicia, al pájaro lavandera. Pero esta ave ligera no es capaz de estarse quieta ni un minuto. Ero aparece, en una talla de Armenteira, con un pájaro en el hombro; es oscuro y con el pecho blanco: un mirlo de agua. Pero este extraño buceador apenas canta. Ramón del Valle-Inclán, que era de aquellas tierras, duda entre la cotovía y el ruiseñor. Las cotovías son más aficionadas a los campos abiertos. En un bosque junto a una fuente, seguro que era un ruiseñor. Y no hay otro que cante como él.

Actualmente se calcula que desde la fuente más cercana hasta el monasterio, hay un paseo de 8 kilómetros al borde del río.

Relato bretón del monje Yves
También existen muchas similitudes en el relato bretón referente al monje Yves, quien, buscando leña en el monte escuchó el canto de un pajarito que estaba posado en la rama de un árbol y quedó embelesado por la melodía.

El ruiseñor, una de las aves más melodiosas,
aparece casi siempre en las historias
 de viajes a mundos paralelos.
El monje persiguió al ave durante todo el día y, al regresar al monasterio, los monjes no lo reconocieron ni él les supo explicar lo ocurrido pues durante este breve período de tiempo habían transcurrido 300 años. Pero lo dejaron entrar, y no fue hasta años después que encontraron escrito en unos documentos que trescientos años antes había en el lugar un monje cuyas señas y biografía coincidían con la de Yves.

El monje del monasterio de Heisterbach
En la Edad Media, el monasterio de Heisterbach, en Alemania, estaba situado en medio de un lindo bosque cerca del Petersberg. En aquel entonces, los monjes pasaban sus días orando y trabajando.Uno de ellos muchas veces reflexionaba sobre el salmo "para Él, 1000 años son como un único día", sin jamás comprenderlo enteramente.

Ruinas del coro de la abadía medieval
de Heisterbach, en Alemania.
Un día, cuando el monje se paseaba por el jardín del monasterio, reflexionando, escuchó cantar a un pájaro que nunca había oído antes. Sorprendido y encantado, lo siguió al bosque por una pequeña puerta en el muro alrededor del monasterio en el bosque y se alejó marchó más y más hasta que sus piernas ya no lo llevaron, entonces se sentó en un tronco y se durmió.

Cuando se despertó, quiso regresar en seguida al monasterio, y llegó allí en la tarde. Entró para unirse a los monjes para el rezo de noche... y se quedó parado pues no vio ninguna cara familiar. Entonces les rogó que le presentaran a su abad. Allí les dijo su nombre, el año de su entrada en el monasterio y el nombre del abad en aquel entonces. Un largo silencio siguió estas palabras.

En el bosque de Petersberg, cercano al
monasterio, hay centenares de cruces de
piedra bordeando los senderos.
Por fin el abad le dijo que 300 años habían pasado desde entonces. Uno de los monjes añadió que había leído en los viejos documentos de un monje que había desaparecido en el bosque y que nunca había vuelto. Entonces el monje comprendió: "para Dios, 1000 años son como un único día".Una sonrisa feliz apareció en su cara, se cayó y cerró los ojos para siempre.

Obsérvese que en todas estas leyendas medievales, no falta el ave cantora, el árbol y el monje que regresa y comprueba los 300 años que pasaron.

La leyenda galesa de  Shon ap Shenkin
Existe en Gales la historia de Shon ap Shenkin, un joven que una hermosa mañana de verano se sintió cautivado por una melodía mágica y se sentó bajo un árbol a escucharla. Cuando se extinguieron los últimos acordes de aquella música, se levantó y se quedó sorprendido al ver que el árbol que le cubría, y que antes fuera verde y frondoso, se había secado.


Shon ap Shenkin, el galés que se quedó
cautivado escuchando una melodía mágica.
Al regresar a su hogar, observó que la casa estaba extraordinariamente cambiada, algo más vieja y recubierta de hiedra. En el umbral de la puerta, estaba de pie un extraño, un viejo que saludó a Shon y le preguntó que deseaba. Shon, sorprendido, respondió que hacía unos minutos que había dejado a su padre y a su madre en esa misma casa.Le preguntó el viejo cómo se llamaba. "Shon ap Shenkin", le respondió el muchacho. Una palidez mortal cubrió el rostro del viejo, que contestó: "Cuando era un niño oí hablar muchas veces a mi abuelo, tu padre, de tu extraña desaparición". Al oír esto, Shon ap Shenkin se deshizo en polvo sobre el umbral.

Historia escocesa de una incursión a un mundo paralelo
Más afortunado fue un labrador de Glen Etive, una de las zonas más misteriosas de Escocia, el cual, una noche de Año Nuevo vio salir luz de un sìthean (una colina de las hadas) y decidió entrar allí. Las hadas lo invitaron a bailar y él accedió a ello.

Cuenta la leyenda que un labrador de Glen Etive,
Escocia, permaneció casi un año en otra realidad
paralela y para él fueron apenas unos minutos.
Su compañero, que se había quedado fuera, al ver que no salía fue asustado al pueblo y contó lo ocurrido, pero nadie le creyó. Así, pues, la siguiente víspera de Todos los Santos se dirigió de nuevo al sìthean junto con tres hombres más, y vio una luz como la que había visto aquella vez. Entró, vio a su compañero y le dijo:"Ya es hora de que salgas de aquí", "Espera a que acabe este baile; no hace ni un minuto que entré", respondió el otro.

"Ni hablar, creo que te has pegado un buen baile, visto que ha durado desde la víspera de Año Nuevo a la de Todos los Santos (el 31 de Octubre)". Y le hizo caso a su amigo y salió del lugar encantado.

En Irlanda Bran mac Febal y Oísin regresaron de ese mundo paralelo
Hay varias leyendas irlandesas que describen ese mundo que coexiste con el nuestro. Las tradiciones escocesas e irlandesas lo llaman el Sidhe (mundo de las hadas). Las más impactantes son la de Bran y Oisín.

Bran llegó con su barco a una tierra
maravillosa situada más allá de
Irlanda, en el Atlántico.
Bran mac Febal era un príncipe irlandés que un buen día escuchó una música que lo adormeció y al despertar encontró una rama plateada de la cual colgaban flores de manzanas. La llevó a palacio, la enseñó a los nobles y ese día Bran tenía organizado un banquete en su casa, mientras estaba cenando con todos los reyes de Irlanda, se acercó una chica muy bella, tenía unos ojos claros, una piel blanca y el pelo era rubio, y le preguntó que de dónde se había sacado una rama que parecía de plata, Bran le dijo que se la había encontrado en la playa cuando estaba durmiendo.

La chica se puso a cantar una canción sobre una isla donde estaban los bienes de Emhain Abhlach, una tierra paradisíaca donde hay manzanos y no existía el dolor, el odio ni la muerte, donde la música, los placeres y el vino son interminables. La mujer desaparece llevándose la rama. Bran salió atrás de ella pero la chica desapareció. Terminado el banquete, Bran quiso hacer un viaje hacia la isla de los manzanos, así que escogió muy bien su tripulación de veintiocho hombres y zarparon hacia Occidente en busca de tal lugar que recuerda a Avalón, también llamada la Isla de las Manzanas.

El audaz Bran viajó veintisiete días y veintisiete noches, hasta que uno de sus hombres gritó, Bran le preguntó qué pasaba y el hombre dijo que un carruaje iba flotando en el mar, era el barco de Manannán, hijo de Lir, que iba a la tierra de los hombres para tener un hijo y le dijo que la isla que buscaba ya estaba cerca.

Todos los compañeros de Bran consiguieron
esposa en Tir na mBan, la Tierra de las Mujeres.
Llegaron en primer lugar a la Isla de la Alegría, en la cual la gente reía y se comportaba como si estuviese ebria. Bran envió a uno de sus hombres a investigar en la isla y tras pisarla comenzó a comportarse de la misma forma y Bran no tuvo más remedio que abandonarlo.

Después de poco tiempo Bran llegó a otra isla, cuando estaba a punto de bajar una mujer se acercó al barco y le dijo que baje sin tener miedo, Bran bajó y le vio a la cara a la joven, era la misma mujer que había ido al banquete. Habían alcanzado finalmente Tír na mBan, la Tierra de las Mujeres, y allí fueron recibidos por una comitiva de Hadas y estuvieron lo que les pareció un año y todos consiguieron esposa, pero un día un joven de la tripulación le dijo a Bran que ya tenían que regresar porque había dejado a sus padres enfermos a una prometida para casarse. Convenció a Bran y decidió regresar a su tierra.

Bran y sus hombres prepararon la nave y partieron de nuevo hacia Irlanda, pero antes de zarpar la reina de Tír na mBan les advirtió que no pisaran tierra firme. Pero tras llegar a Irlanda el hombre que había convencido a Bran para volver, Nechtan mac Collbran, saltó a tierra e inmediatamente queda convertido en polvo, pues había pasado más de un siglo.

Al no poder descender en Irlanda, Bran
partió de nuevo hacia alta mar y no
se lo volvió a ver jamás.
Bran vio en la orilla a un hombre desconocido y le preguntó quién era, Bran le explicó su origen y el hombre se quedó muy sorprendido, la mujer que acompañaba al hombre le dijo que había escuchado una historia de un tal Bran, que le había contado el bisabuelo. Bran contó desde el barco su historia para que se acuerden de él y la expedición partió de nuevo hacia alta mar y no se la volvió a ver jamás.

Interesante es también la historia de Oisín
Un día, vigilando la costa cercana a Kerry, el héroe irlandés Fionn y sus soldados, los Fianna, vieron salir del mar a una bellísima mujer de cabellos dorados. Ella era Niamh la de los Cabellos de Oro, se detuvo frente a Fionn y le contó que estaba enamorada de un hombre de Irlanda y quería casarse con él y llevárselo a Tír Tairngire, la tierra de la promisión también llamada Tir Nan Og, la Tierra de la Juventud, su país, donde el tiempo no existía. Y en ese momento miró y sonrió a Oisín, el hijo de Fionn. Oisín se montó entonces en el corcel blanco de la bella Niamh y partieron ambos a Tír Tairngire (Tierra de promisión). Allí fueron recibidos calurosamente por Manannán mac Lir, señor de aquellas tierras y padre de Niamh y parecía que esta historia iba a tener un final feliz. Era una tierra de belleza, donde la hierba estaba siempre verde y las frutas y las flores podían ser recogidas del mismo árbol a la vez, donde las fiestas, la música, el amor, la caza y otras diversiones eran interminables y donde la muerte no existía.

Oisín y Niamh cabalgando en un
corcel blanco rumbo a Tirn Tairngire.
Oisín se casó con Niamh y fueron felices, pero después de unos tres años en ese lugar, Oisín añoraba a Irlanda, a su padre y a sus compañeros y le pidió a su esposa que le diese el corcel blanco con el que poder visitar su tierra natal. Ella le rogó encarecidamente que no se marchase pero al final accedió con la condición de que permaneciese constantemente montado en el caballo y no tocase el suelo. Y así Oisín marchó de vuelta a su patria a través del Océano.

Al llegar a Irlanda, Oisín notó que todos los lugares que su padre y sus compañeros frecuentaban estaban ahora deshabitados; y no veía a ninguno de los Fianna por ninguna parte, únicamente a hombres normales y corrientes... ¿Qué había sucedido con ellos? Preguntó entonces a los hombres del lugar y ellos le dijeron: "¿Los Fianna? ¿Fionn mac Cumhail? Nunca hubo nadie llamado así, antiguamente se solían contar historias acerca de los Fianna, una raza de gigantes que se comían a la gente, pero ya nadie las cuenta".

Oisín pasó 3 años en Tir Tairngire, una tierra de
belleza donde el pasto estaba siempre verde.
Oisín se dio cuenta de que habían pasado trescientos años desde su partida, mientras que él había pensado que habían sido únicamente tres. Le contó a los hombres la verdadera historia de los Fianna y tras ello pensó en regresar de nuevo a Tír Tairngire, pero antes de partir un hombre le dijo que probase la historia de los Fianna levantando una gran roca con una sola mano. Oisín lo hizo, pero mientras levantaba la roca, se desprendió la silla de montar cayendo él al suelo... y en ese momento los trescientos años que habían pasado cayeron sobre él y se convirtió en un anciano.

El célebre patrono de los irlandeses San Patricio, en tiempos del cristianismo naciente en la isla, en el siglo V, se encontró con Oisín y logró bautizarlo. El interés del santo por las tradiciones antiguas permitió que obtuviese de este sobreviviente de las viejas glorias irlandesas informes de primera mano.

En Japón
Una de las leyendas japonesas más populares, que pasó al papel en el siglo XV, pero seguramente es unos cientos de años más antigua es la del pescador que visita el reino submarino sobrenatural de Ryugu-jo, descubriendo finalmente que en los tres días que pasó allí habían pasado trescientos años en su tierra.

Urashima Taro en el
reino submarino.
El pescador japonés se llamaba Urashima Tarō y por salvar a una tortuga de unos niños que la ponían boca arriba y reprendiéndolos por su mala acción, les quitó la tortuga y la llevó al mar. Por ese gesto, es recompensado y transportado mágicamente al Palacio del dios Dragón (o Ryūgū-jō), en el reino submarino de Ryugu-jo.

Ese reino era maravilloso. Sus casas eran de esmeralda y los tejidos de oro; el suelo estaba cubierto de perlas y grandes árboles de coral daban sombra en los jardines; sus hojas eran de nácar y sus frutos de las más bellas pedrerías. Permanece allí durante tres días, y Urashima Tarō finalmente desea volver a su hogar para visitar a su moribunda madre. La bella princesa una bella princesa Otohime le da una caja misteriosa, diciéndole que no debe abrirla nunca si quería volver a verla. Confundido, Urashima Tarō nada sobre la tortuga, saliendo del palacio.

Urashima Taro y la princesa Otohime.
Al llegar a su hogar todos habían cambiado. Pregunta a la gente si han oído hablar de la familia Urashima o de Urashima Tarō pero nadie recuerda nada. Finalmente encuentra un viejo; se quedó un momento pensativo, y al cabo de un rato le dijo que casi lo había olvidado, pero recordó que el hijo único de un matrimonio de la aldea, un día salió a pescar, y a partir de entonces nadie volvió a saber lo que le sucedió. Se llamabaUrashima Tarō y lo dieron por muerto hace ya 300 años. Entonces, dolido, el pescador se sentó bajo un árbol y abrió la caja. Al abrirla, Urashima se convierte en un anciano. De la caja viene una voz: «Te dije que no debías abrir la caja nunca. En ella moraba tu edad.»

Cuando a la mañana siguiente fueron los muchachos a bañarse a la playa, vieron tendido en la arena a un hombre decrépito, sin vida: era Urashima que había muerto de viejo.

Un caso en la China antigua
Se suele decir que un día en el Cielo es un año en la Tierra. En algunos lugares, es incluso más de un año. En otra dimensión asociada a la Tierra, un campesino chino pasó medio día que fue igual a 12 años en la realidad nuestra.

El chino Wen Guangtong un día encontró
una gran caverna habitada por humanos.
Este es el caso que le sucedió a Wen Guangtong, que era de Teng, un pueblo del condado de Chenxi que está a unos 49 km, río arriba de Chenzhou por el lado norte del río.

En el año 26 del reinado del emperador Wen de la dinastía Song Liu (420-479 d.C.), un día Wen Guangtong descubrió un cerdo salvaje comiendo los vegetales de su jardín. Le disparó al cerdo con una flecha y lo lastimó. Lo siguió hasta la entrada de una cueva y entró. Luego de caminar 300 pasos, la cueva de repente se iluminó y aparecieron cientos de casas delante de él. Vio al cerdo correr en un chiquero al lado de una de las casas.

Un anciano salió de la casa y le preguntó: “¿Eres el que disparó a mi cerdo?”. Guangtong respondió: “El cerdo estaba comiendo mis verduras. No lo hice sin razón”. El anciano respondió: “No está bien si alguien permite que su vaca pase al jardín de otro, pero es aún peor que robes la vaca, por el hecho de que pise tus verduras”.

"Es bueno que usted entienda la gravedad
de su error", le dijo el anciano al visitante.
Guangtong se dio cuenta de que lo que dijo el viejo tenía sentido y se disculpó con él por dispararle a su cerdo. El anciano respondió: “Es bueno que usted entienda la verdad de su error. Este es el castigo que merece el cerdo, por lo que no tiene que disculparse más”.

El anciano invitó Guangtong a su casa. Adentro vio a más de 10 personas vestidas como estudiantes. Un profesor les explicaba las enseñanzas de Lao Tsé. En el lado oeste de la casa, 10 personas más estaban tocando una música muy hermosa. Mientras escuchaba, un servidor terminó de preparar una comida y todos comieron. Sintiéndose muy cómodo y medio ebrio, Guangtong dejó de beber.

Empezó a observar a la gente en las calles. Se vestían de manera similar a los del mundo exterior, pero ese lugar era muy tranquilo y hermoso. Hubiera sido muy difícil encontrar algo así en el mundo exterior. Guangtong sentía que quería quedarse allí para siempre.

El lugar era muy tranquilo
y hermoso.
Pero el anciano, dueño del cerdo no le permitió quedarse. Le pidió a un joven que lo llevara de regreso y luego cerrara la puerta de forma segura para que nadie más desde el exterior pudiera entrar. Mientras caminaban, Guangtong preguntó al joven acerca de las personas que vio en la casa.

“La gente de la casa son todos los sabios”, dijo el joven. “Vinieron aquí para escapar del cruel régimen del rey Jie en la dinastía Xia (1728-1657 a.C.). Todos se volvieron inmortales después de aprender el Tao. El maestro es Heshang Gong.

“Mi nombre es Wang Fusi de la dinastía Han. Vine aquí porque tengo preguntas acerca de Lao Tsé y el Tao Te Ching. He sido servidor durante 120 años y ahora soy un portero, ¡pero todavía no he obtenido las verdaderas enseñanzas de Lao Tsé!”.

Después de que llegaron a la entrada de la cueva, de mala gana se despidieron. Sabían que no volverían a encontrarse.

Al día siguiente llevó a los aldeanos a la cueva
pero la entrada fue bloqueada por una gran
piedra que les fue imposible moverla.
Cuando Guangtong salió de la cueva, encontró las flechas donde las había dejado, pero todas estaban podridas y destrozadas. Doce años habían pasado en el mundo humano y su familia había hecho un servicio funeral por él hacía ya mucho tiempo. Cuando apareció en el pueblo, ¡todo el mundo se sorprendió!

Al día siguiente llevó a los aldeanos a la cueva. Encontraron la entrada, pero fue bloqueada por una enorme piedra que les fue imposible moverla.

Algunos casos en el siglo XX
Estos hechos de visitas fugaces a una realidad paralela se siguen sucediendo esporádicamente, así tenemos un caso publicado en la revista Fate en abril de 1959 donde se narra la experiencia de Frances E. Peterson, de Keokuk, Iowa, que en 1935 viajaba a casa con su marido y sus cuatro hijos después de pasar un fin de semana en Misuri. Durante el camino tomaron un desvió hasta un paisaje rústico. Cuando llegaron al final del pintoresco paisaje vieron a varias mujeres con sombreros de sol y faldas largas con baldes de madera llenando agua de un pozo. También había hombres con largas barbas y vestidos con ropa de épocas pasadas. Parecían estar cuidando rebaños de ovejas y cabras o recogiendo leña.

Observaron mujeres y hombres
vestidos con ropa de otra época.
Debido a que se quedaron enamorados de la pintoresca escena, la familia preguntó a los habitantes de un pueblo cercano sobre el “asentamiento”, sin embargo, les dijeron que no existía ese lugar, en esa zona no vivía nadie. Convencidos de que realmente existía, Frances y su marido regresaron al lugar varias veces después, pero no encontraron ninguna evidencia de los inusuales lugareños en el valle. Todo esto sugería que la familia había sido transportada temporalmente algún punto poco comprendido entre las diferentes realidades.

Más allá del arco de piedra
Un caso interesante de viajes a otra dimensión ocurrió en 1956, cuandoun cazador de tesoros llamado Ron Quinn, su hermano Chuck y algunos amigos se encontraba en las montañas del sureste de Arizona en busca de misteriosos tesoros perdidos españoles y minas de oro. Tres semanas después de comenzar su aventura, los aventureros establecieron un campamento una noche, y en esa misma noche vieron dos grandes bolas de luz de color verde azulada flotando en el cielo oscuro y estrellado. Los desconcertados aventureros determinaron que no eran bengalas, ni ningún tipo de aeronave conocida.

Ron y Chuck Quinn sufrieron varias
experiencias extrañas en 1956.
Las extrañas bolas de luz estuvieron revoloteando por la zona durante varios minutos antes de desaparecer detrás de algunas montañas. La noche siguiente, sucedió el mismo fenómeno. Cuando explicaron su experiencia a un vaquero llamado Louie Romero, este les dijo que las luces inexplicables eran un fenómeno muy recurrente en la zona, y llevaban apareciendo desde 1939.

En un momento durante sus viajes, el grupo de aventureros pasó por lo que parecía un arco de piedra, que destacaba por ser una especie de anomalía en el paisaje, un objeto fuera de lugar. Un nativo les explicó que el arco de piedra estaba rodeado de extrañas historias y rumores, como que si una persona pasaba a través de la puerta no volvía a salir, y que los objetos lanzados no aparecían al otro lado, ganándose el nombre “Portal de los dioses”. También había quien aseguraba que en ocasiones aparecían personas del “portal” como si fueran fantasmas.

Cautivado por todas estas historias extrañas, Quinn y su equipo decidieron volver para encontrar el misterioso arco e investigarlo. Cuando lo encontraron hicieron todo tipo de experimentos, como tirar objetos a través de él, pero no pasó nada. Cada vez más escépticos, algunos de los miembros del equipo decidieron regresar. Sin embargo, días después ocurrieron extraños acontecimientos. Un día, mientras se encontraba cerca del portal recogiendo algunas geodas, Roy y otro miembro del equipo vieron como el arco de piedra emitía unos reflejos y un calor intenso, a pesar de que era enero. El extraño fenómeno duró unos pocos minutos, tiempo suficiente para sentir una creciente presión dentro de sus oídos.

Chuck Quinn encontró
unas geodas en el lugar.
Pero el incidente más extraño ocurrió años después de que la expedición hubiera terminado. Cuatro años después Chuck Quinn decidió regresar al portal de piedra. El aventurero subió por las empinadas laderas rocosas, hacia el arco, parando para tomar un poco de aire. Fue aquí mientras miraba hacia el oeste sobre el majestuoso paisaje cuando se dio cuenta de que había un cañón que no debería estar allí. Desconcertado, descubrió que se encontraba a un kilómetro de distancia por donde había subido.De alguna manera fue transportado a un lugar diferente. El extraño suceso lo convenció de que, efectivamente, había algo extraño en el arco de piedra y se marchó para siempre de ese lugar. ¿Era el arco de piedra una especie de puerta de entrada a otra dimensión?

Esto son solo algunos de los casos que parecen demostrar que hay una conexión entre las diferentes dimensiones y que por algún motivo que desconocemos, en ocasiones podemos acceder. Está claro que para algunos son simples historias, pero para otros son evidencias de la existencia de universos paralelos.

El caso del español Pedro Oliva Ramírez
Aproximadamente a las 23:00 horas del día 9 de noviembre de 1986, el perito industrial Pedro Oliva Ramírez afirma que se encontraba en dirección hacia Alcalá de Guadaira desde Sevilla, España. Repentinamente durante su viaje sufrió un susto, pues al hacer una curva, se encontró conduciendo en una autopista de seis carriles. Se encontraba rodeado por estructuras externas en un terreno muy raro. Conducía viendo cosas desconocidas como edificios de viviendas de veinte pisos, estructuras no identificadas y hierba de unos 60 cm de altura a lo largo del borde de la carretera. Todo era extremadamente extraño. El hombre sintió una sensación de dolor, mientras un coro de voces sonaba a la distancia. Una voz se destacó entre las demás, indicándole que permaneciera tranquilo: solamente había sido transportado a otra dimensión.

Pedro Oliva Ramírez vivió en 1986 una
experiencia inquietante que nunca olvidará.
Ramírez afirma haber pasado conduciendo una hora por la carretera en ese extraño lugar, con automóviles en las pistas laterales cuyos modelos le eran completamente desconocidos.El pobre viajero continuó perdido hasta que encontró una desviación a la izquierda, donde los carteles apuntaban hacía Alcabala, Málaga y Sevilla. Ramírez comenzó a conducir en dirección a Sevilla, pero cuando se detuvo, se quedó absolutamente sorprendido mirando a su casa, en Alcalá de Guadaira. Había llegado a su destino… tomando un atajo entre universos. Cuando rehízo su recorrido no logró localizar la desviación, o señal alguna de la autopista de seis carriles.

Aclaró que el recorrido entre Sevilla y Alcalá de Guadaira lo solía realizar en una media hora: él empleó tres horas y cinco minutos y un consumo de combustible equivalente a unos doscientos kilómetros y algo. Ramírez aun busca respuesta a lo ocurrido, sin mucho éxito hasta el momento.

Lo que le sucedió a Carol Chase McElheney
En el año 2006, Carol Chase McElheney conducía hacia la ciudad de Perris, California de vuelta a casa en dirección hacia San Bernardino, cuando decidió hacer un alto en su ciudad natal, Riverside.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Carol se diera cuenta de que no estaba en su ciudad, a pesar de que su localización geográfica era la correcta. La mujer afirma que no logró encontrar la casa donde pasó su infancia ni la de los miembros de su familia. En realidad, ella no pudo reconocer ninguna de las casas, pese a que todos los números eran los mismos. El cementerio donde sus abuelos habían sido sepultados no era más que un predio cercado y rodeado por la maleza.

¿Acaso estaba en la ciudad equivocada? Esta sería una explicación lógica a lo sucedido si la mujer no hubiera encontrado algunas referencias que le resultaban familiares, como la facultad o su colegio. Sin embargo, su alivio al encontrar algo que le era familiar le duró muy poco, pues después de dio cuenta de la misteriosa atmosfera que rodeaba a los habitantes del lugar. Desconcertada, Carol entró en University Avenue, un lugar donde normalmente había restaurantes, hoteles y otros negocios, pero era un área descuidada y cubierta de grafitis, y algo de la gente de allí la asustaba. Tenía miedo de salir del coche, sentía que si interactuaba con la gente, se quedaría allí para siempre. Después de otro par de horas frustrantes y angustiantes sin reconocer las cosas, volvió a Perris. Carol no puede explicarlo, pero las personas que veía eran seres siniestros, que le ocasionaron inmediatamente un estado de pánico que no pudo contener.

Sin demoras, puso el pie en el acelerador y huyó del lugar lo más rápido que pudo. Carol cree que se tropezó con una dimensión paralela, en el que Riverside era un lugar muy oscuro.

Su historia no pudo ser confirmada porque cuando regresó a Riverside algunos años después para el funeral de su padre, ella se encontraba exactamente en la misma ciudad en la que pasó su infancia. Nunca volvió a encontrar la dimensión alternativa en Riverside.

En octubre de 2014, investigadores de la Universidad Griffith, en Brisbane, en Australia, y de la Universidad de California, en Estados Unidos, propusieron que los universos paralelos no solo existen sino que, además, interactúan entre ellos influyéndose unos a otros con una sutil fuerza de repulsión. Es decir, que en lugar de evolucionar de forma independiente, estos mundos cercanos se condicionan.

Según podemos entender, los multiversos están vibrando a diferentes velocidades y algunos mundos paralelos, literalmente, se superponen a nuestra realidad.

Hay muchas preguntas sin respuesta, sin embargo, se debe empezar por alguna parte. Como siempre, cada uno debe sacar sus propias conclusiones respecto a la existencia de realidades paralelas que coexisten simultáneamente con la nuestra.


Por Alberto Seoane

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